-Túmbate aquí. –dijo Adam
dando unas palmadas en la cama.
-¿Tú eres el que vive en
esta casa? –dijo Tommy, ignorando lo que él había dicho.
-Sí. ¿No te gusta o qué?
-No es eso. Nunca ha
entrado aquí nadie.
-Porque es mi casa-
comentó Adam con un tono de lógica.
-Déjame terminar. –le dijo
Tommy mirándole- Es que todo el mundo, los chicos de los reinos siempre dicen
que aquí vive una bruja malvada, pero los mayores hacen caso omiso de eso…
-Eso es porque me lo
inventé yo. La bruja malvada que vive en esta casa, apartada de los reinos…
uhhh, que miedo –dijo irónicamente Adam.- Simplemente era para que me dejaran
en paz. Y con la tontería apostaban a ver quién era el guapo que se metía a ver
a la bruja asique hice algunos hechizos… y se cagaron de miedo. Por eso mi casa
es tan popular.
-No entiendo el miedo a
una bruja, ahora que lo dices.
-Supongo que los mitos
antiguos y los mundanos han afectado un poco en esto. A lo mejor se creen que
una bruja tiene la piel de color verde con verrugas, una escoba, una mascota
negra, un…
-¿Cómo esa? –le interrumpió
Tommy, señalando a un perro negro con mechas rosas y ojos verdes chillones.
-Ese no es negro del
todo. –comentó Adam.
-¿Es tu mascota? Eh,
digo.. tu mascota de animal que te hace compañía.. ya sabes a lo que.. me
refiero –le preguntó tímidamente a Adam.
-Los brujos no tienen
mascotas, como tú dices. Tienen demonios que sirven para potenciarnos los
hechizos o para facilitarnos la adivinación. Se llama Black.
-Creía que siempre tenían
desde pequeños una mascota. Eso no lo sabía, no lo ponía en el libro de…
-Ignora los libros –le interrumpió
en esta ocasión Adam- Eso es una mentira. Nos ponen como malvados a los
subterráneos siempre. Ese perro que ves hay me ha acompañado en muchas
aventuras. Yo ya he vivido 200 años. Él fue quién me encontró a mí. Es una
larga historia.
-Cuéntamela. –pidió Tommy.
-Antes túmbate en la cama
y te voy curando eso mientras te lo cuento.
Tommy fue directo a la
cama. Pero con calma pues le dolía todo el cuerpo. Billie, su grifo, estaba en
el suelo tumbado y dormido.
-Tranquilo, me he
encargado ya de él. Está bien. Él único que no lo está eres tú. –dijo Adam, que
se había dado cuenta de que Tommy le había echado un vistazo a Billie.- Vamos,
túmbate.
Tommy se tumbó. Estaba
algo intranquilo, ya que no conocía a este brujo de nada, pero otra parte
estaba calmada no sabía por qué.
-Cierra los ojos. Es
mejor que no veas lo que hago. –le ordenó Adam.
-¿Y si no quiero? –le preguntó
Tommy desconfiando de él.
-Simplemente es un
consejo, si quieres mirar allá tú. No me digas luego que no te avise.
Finalmente Tommy cerró
los ojos. Era mejor no ver lo que hacía con él. -pensaba. Adam mientras tanto
empezó con su historia.
-“Había una vez un brujo.
El brujo caminaba por el bosque, entre matorrales y
robles, estaba atardeciendo. Se sentía raro por la extraña presencia que le
seguía, desde luego, no estaba acostumbrado ya que desde que le sometieron a la prueba de
las hierbas, ningún animal podía soportar su olor.
-Que
es eso de la prueba de las hierbas? –preguntó Tommy.
-Já. La prueba de las hierbas es una prueba increíblemente dolorosa, Tommy. Los jóvenes aprendices de brujo la tienen que hacer. Pocos sobreviven a la prueba, pero
aquellos que lo logran obtienen habilidades superhumanas. La prueba se hace en
el laboratorio de los Magos en Kaer Morhen, el antiguo
torreón donde se forman los brujos. Está situado en las montañas del reino de Kaedwen.
-¿Eso es en otra
isla?
-No. Es en el
submundo.
-¿Y que poderes
da la prueba?
-Pues por ejemplo
adquieres ojos de gato que te permiten ver en la oscuridad.
-¿Puedo mirar los
tuyos?- preguntaba Tommy aún con los ojos cerrados.
-Justo ahora no
te lo recomiendo.
-Vale.. auch… –Tommy
sintió dolor justo donde le estaba tocando Adam- continúa con la historia.
-El perro
caminaba con precaución lejos del brujo, burlón y tentador, ondulando su negro
rabo. Si él se detenía, el perro hacía lo propio y se sentaba observándolo a él
o a algún bicho o rata que escapaba con solo ver su mirada.
Él
comenzó a formar un montículo de ramas secas para preparar fuego, pasaría la
noche en ese claro, pero, ¿con ese perro? Se preguntaba el brujo.
Eh,
sucio y mugriento perro –le decía el brujo- ¿Qué pasa? ¿No tienes olfato?—se
sentía profundamente estúpido hablándole a un perro- ¿tan lejos te lleva el
hambre?- dijo pensando justo en el hambre que tenía él mismo.
El
brujo trazó una señal frente a él, la señal de ignis, la hoguera ardió inmediatamente.
Miró al perro de reojo. El perro seguía quieto y tranquilo, mirándolo, sin el
más mínimo signo de miedo. Lejos de asustarse, el perro negro se acerco hacia
la hoguera buscando el calor de la lumbre. El brujo no daba crédito y alzó las
cejas, entre divertido y sorprendido. El perro ladró mimoso.
--Hueles
a perro. —El brujo arrojó un diente de ajo a las patas del perro, este las
olisqueó y se cambió de sitio disgustado.- Tiene olfato, pero me tolera.
Pensó
en cómo podría superar la alta montaña que descendía al valle, era una bajada
peligrosa, y desde luego tendría que dejar al caballo, al menos hasta que
tuviera su presa, fuera cual fuese. Eran malos tiempos. Así que de momento
tendría que sobrevivir vendiendo ingredientes de elixires a hechiceros, sabiendo
que la mayoría de los elixires eran farsantes, por supuesto. Pócimas que
aumentan la potencia sexual, brebajes para alargar la vida…
Mentiras,
en sencillas palabras.
Era
tarde, asique dejó el tema de la bajada de la montaña para más tarde y calló en
un largo sueño, lo último que vio fueron los brillantes y verdes ojos del perro.
Al
despertar sacó una cuerda muy larga del bolsillo de su vieja chaqueta, para
atarla a un árbol, y dejar allí el caballo mientras él iba de caza. Aunque de sobra
sabía que era difícil volver a encontrar el caballo, vivo o muerto.
El
brujo se estiró y se puso manos a la obra.
Bajó
una pequeña pendiente después de haberse despedido de su caballo, deseándole
una muerte no muy dolorosa.
Se
quitó los guantes y comenzó el descenso. Con los entrenamientos que había
tenido en sus tiempos, resultaba una
tarea medianamente sencilla. Logró bajarla en menos de una hora.
Cuando
el perro y el brujo llegaron al río, el
brujo observó el cielo encontrando lo que buscaba, buitres. Le dedicó un
pensamiento fugaz a su caballo.
Contempló
el riachuelo y busco peces. Nada. Se llevo agua a la boca, la cual era dulce y
bebió un poco después de lavarse los nudillos que estaban llenos de heridas del
descenso.
Se
sentó en una roca, plana y larga y descansó. Cerró los ojos y se puso a
escuchar a la naturaleza hasta que el perro ladró. El brujo hizo caso omiso
pero el perro no paraba de ladrar y cada
vez ladraba más fuerte, hasta que se le acercó a él y le arañó y el brujo abrió
los ojos. Le había hecho una profunda herida. El perro miraba detrás suya y
ladraba, ladraba con todas sus fuerzas asique el brujo se molestó en mirar
detrás suya. Había una serpiente cascabel que se estaba acercando a él
sigilosamente. El bujo la cogió del cuello, y formuló unas palabras. Había
dejado a la serpiente sin aire. Si no fuera porque el perro le avisó de la
serpiente podría haberle atacado.”
-Fin –finalizó Adam.
-¿El brujo y el perro se supone que sois
vosotros? –preguntó Tommy.
-Sí. Pero prefería contar la historia sin
nombres. Por si no te has dado cuenta ya estás en perfectas condiciones puedes
abrir los ojos.
Tommy abrió los ojos. Simplemente hizo lo
que su mente le pedía, mirar los ojos a Adam. Era verdad. Tenía los ojos de
gato, pero eran azules, a diferencia de los de su perro, Black, que los tenía
verdes.
Jejejeje, la foto del final me ha matado xD no me lo esperaba.
ResponderEliminarPD: e.e hay algo entre ellos dos.
Ni yo xD
ResponderEliminarEn principio tenía pensado un gato, pero busque sobre las mascotas de los brujos y ponian que los mas conocidos eran el gato negro, perros, ranas o sapos, y no me acuerdo que más.
Hooooooombre, claro que si, pero alguien próximamente le tocará los huevos, auqnue para eso antes tengo que unirlos a esto dos hehehehehehe :3