jueves, 9 de agosto de 2012

Sumer Paradise: Capítulo 6. Adam y Black


-Túmbate aquí. –dijo Adam dando unas palmadas en la cama.
-¿Tú eres el que vive en esta casa? –dijo Tommy, ignorando lo que él había dicho.
-Sí. ¿No te gusta o qué?
-No es eso. Nunca ha entrado aquí nadie.
-Porque es mi casa- comentó Adam con un tono de lógica.
-Déjame terminar. –le dijo Tommy mirándole- Es que todo el mundo, los chicos de los reinos siempre dicen que aquí vive una bruja malvada, pero los mayores hacen caso omiso de eso…
-Eso es porque me lo inventé yo. La bruja malvada que vive en esta casa, apartada de los reinos… uhhh, que miedo –dijo irónicamente Adam.- Simplemente era para que me dejaran en paz. Y con la tontería apostaban a ver quién era el guapo que se metía a ver a la bruja asique hice algunos hechizos… y se cagaron de miedo. Por eso mi casa es tan popular.
-No entiendo el miedo a una bruja, ahora que lo dices.
-Supongo que los mitos antiguos y los mundanos han afectado un poco en esto. A lo mejor se creen que una bruja tiene la piel de color verde con verrugas, una escoba, una mascota negra, un…
-¿Cómo esa? –le interrumpió Tommy, señalando a un perro negro con mechas rosas y ojos verdes chillones.
-Ese no es negro del todo. –comentó Adam.
-¿Es tu mascota? Eh, digo.. tu mascota de animal que te hace compañía.. ya sabes a lo que.. me refiero –le preguntó tímidamente a Adam.
-Los brujos no tienen mascotas, como tú dices. Tienen demonios que sirven para potenciarnos los hechizos o para facilitarnos la adivinación. Se llama Black.
-Creía que siempre tenían desde pequeños una mascota. Eso no lo sabía, no lo ponía en el libro de…
-Ignora los libros –le interrumpió en esta ocasión Adam- Eso es una mentira. Nos ponen como malvados a los subterráneos siempre. Ese perro que ves hay me ha acompañado en muchas aventuras. Yo ya he vivido 200 años. Él fue quién me encontró a mí. Es una larga historia.
-Cuéntamela. –pidió Tommy.
-Antes túmbate en la cama y te voy curando eso mientras te lo cuento.

Tommy fue directo a la cama. Pero con calma pues le dolía todo el cuerpo. Billie, su grifo, estaba en el suelo tumbado y dormido.

-Tranquilo, me he encargado ya de él. Está bien. Él único que no lo está eres tú. –dijo Adam, que se había dado cuenta de que Tommy le había echado un vistazo a Billie.- Vamos, túmbate.

Tommy se tumbó. Estaba algo intranquilo, ya que no conocía a este brujo de nada, pero otra parte estaba calmada no sabía por qué.

-Cierra los ojos. Es mejor que no veas lo que hago. –le ordenó Adam.
-¿Y si no quiero? –le preguntó Tommy desconfiando de él.
-Simplemente es un consejo, si quieres mirar allá tú. No me digas luego que no te avise.

Finalmente Tommy cerró los ojos. Era mejor no ver lo que hacía con él. -pensaba. Adam mientras tanto empezó con su historia.

-“Había una vez un brujo. El brujo caminaba por el bosque, entre matorrales y robles, estaba atardeciendo. Se sentía raro por la extraña presencia que le seguía, desde luego, no estaba acostumbrado  ya que desde que le sometieron a la prueba de las hierbas, ningún animal podía soportar su olor.
-Que es eso de la prueba de las hierbas? –preguntó Tommy.
-Já.  La prueba de las hierbas es una prueba increíblemente dolorosa, Tommy. Los jóvenes aprendices de brujo la tienen que hacer. Pocos sobreviven a la prueba, pero aquellos que lo logran obtienen habilidades superhumanas. La prueba se hace en el laboratorio de los Magos en Kaer Morhen, el antiguo torreón donde se forman los brujos. Está situado en las montañas del reino de Kaedwen.
-¿Eso es en otra isla?
-No. Es en el submundo.
-¿Y que poderes da la prueba?
-Pues por ejemplo adquieres ojos de gato que te permiten ver en la oscuridad.
-¿Puedo mirar los tuyos?- preguntaba Tommy aún con los ojos cerrados.
-Justo ahora no te lo recomiendo.
-Vale.. auch… –Tommy sintió dolor justo donde le estaba tocando Adam- continúa con la historia.
-El perro caminaba con precaución lejos del brujo, burlón y tentador, ondulando su negro rabo. Si él se detenía, el perro hacía lo propio y se sentaba observándolo a él o a algún bicho o rata que escapaba con solo ver su mirada.
Él comenzó a formar un montículo de ramas secas para preparar fuego, pasaría la noche en ese claro, pero, ¿con ese perro? Se preguntaba el brujo.
Eh, sucio y mugriento perro –le decía el brujo- ¿Qué pasa? ¿No tienes olfato?—se sentía profundamente estúpido hablándole a un perro- ¿tan lejos te lleva el hambre?- dijo pensando justo en el hambre que tenía él mismo.

El brujo trazó una señal frente a él, la señal de ignis, la hoguera ardió inmediatamente. Miró al perro de reojo. El perro seguía quieto y tranquilo, mirándolo, sin el más mínimo signo de miedo. Lejos de asustarse, el perro negro se acerco hacia la hoguera buscando el calor de la lumbre. El brujo no daba crédito y alzó las cejas, entre divertido y sorprendido.  El perro ladró mimoso.
--Hueles a perro. —El brujo arrojó un diente de ajo a las patas del perro, este las olisqueó y se cambió de sitio disgustado.- Tiene olfato, pero me tolera.

Pensó en cómo podría superar la alta montaña que descendía al valle, era una bajada peligrosa, y desde luego tendría que dejar al caballo, al menos hasta que tuviera su presa, fuera cual fuese. Eran malos tiempos. Así que de momento tendría que sobrevivir vendiendo ingredientes de elixires a hechiceros, sabiendo que la mayoría de los elixires eran farsantes, por supuesto. Pócimas que aumentan la potencia sexual, brebajes para alargar la vida…
Mentiras, en sencillas palabras.
Era tarde, asique dejó el tema de la bajada de la montaña para más tarde y calló en un largo sueño, lo último que vio fueron los brillantes y verdes ojos del perro.

Al despertar sacó una cuerda muy larga del bolsillo de su vieja chaqueta, para atarla a un árbol, y dejar allí el caballo mientras él iba de caza. Aunque de sobra sabía que era difícil volver a encontrar el caballo, vivo o muerto.
El brujo se estiró y se puso manos a la obra. 
Bajó una pequeña pendiente después de haberse despedido de su caballo, deseándole una muerte no muy dolorosa.
Se quitó los guantes y comenzó el descenso. Con los entrenamientos que había tenido en sus tiempos,  resultaba una tarea medianamente sencilla. Logró bajarla en menos de una hora.
Cuando  el perro y el brujo llegaron al río, el brujo observó el cielo encontrando lo que buscaba, buitres. Le dedicó un pensamiento fugaz a su caballo.
Contempló el riachuelo y busco peces. Nada. Se llevo agua a la boca, la cual era dulce y bebió un poco después de lavarse los nudillos que estaban llenos de heridas del descenso.

Se sentó en una roca, plana y larga y descansó. Cerró los ojos y se puso a escuchar a la naturaleza hasta que el perro ladró. El brujo hizo caso omiso pero el perro no paraba de ladrar  y cada vez ladraba más fuerte, hasta que se le acercó a él y le arañó y el brujo abrió los ojos. Le había hecho una profunda herida. El perro miraba detrás suya y ladraba, ladraba con todas sus fuerzas asique el brujo se molestó en mirar detrás suya. Había una serpiente cascabel que se estaba acercando a él sigilosamente. El bujo la cogió del cuello, y formuló unas palabras. Había dejado a la serpiente sin aire. Si no fuera porque el perro le avisó de la serpiente podría haberle atacado.”

-Fin –finalizó Adam.
-¿El brujo y el perro se supone que sois vosotros? –preguntó Tommy.
-Sí. Pero prefería contar la historia sin nombres. Por si no te has dado cuenta ya estás en perfectas condiciones puedes abrir los ojos.

Tommy abrió los ojos. Simplemente hizo lo que su mente le pedía, mirar los ojos a Adam. Era verdad. Tenía los ojos de gato, pero eran azules, a diferencia de los de su perro, Black, que los tenía verdes.


2 comentarios:

  1. Jejejeje, la foto del final me ha matado xD no me lo esperaba.
    PD: e.e hay algo entre ellos dos.

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  2. Ni yo xD
    En principio tenía pensado un gato, pero busque sobre las mascotas de los brujos y ponian que los mas conocidos eran el gato negro, perros, ranas o sapos, y no me acuerdo que más.

    Hooooooombre, claro que si, pero alguien próximamente le tocará los huevos, auqnue para eso antes tengo que unirlos a esto dos hehehehehehe :3

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